Psicología y Natación

Sincronizando cuerpo y mente

Estos últimos días hemos estado disfrutando de los mundiales de natación que se celebran en Barcelona y, más en concreto, de las históricas siete medallas de siete posibles que el equipo español de sincronizada ha conseguido. Aprovechando esta circunstancia, queríamos celebrar el éxito del equipo haciendo un pequeño repaso de las habilidades psicológicas más destacables en este deporte.

La natación sincronizada requiere de una alta coordinación y precisión de movimientos en el tiempo, para lo cual se necesitan fundamentalmente dos cosas desde el punto de vista psicológico: concentración y nivel óptimo de activación.

Concentración: Un milisegundo de distracción puede costarnos todo el ejercicio, por lo que es muy importante mantener la concentración a tope en todo momento. No podemos permitirnos pensar “¿y si fallo?”, “¿lo estaré haciendo bien?”, “he fallado el último movimiento…” en este caso, como en muchos otros, la duda es error.

Por eso, tenemos que permanecer en todo momento en el aquí y en el ahora y, para ello, podemos ayudarnos con técnicas como las rutinas (para concentrarnos antes de empezar), que consisten en establecer una secuencia de pasos en la que cada paso nos lleva directamente al siguiente, para evitar los espacios en blanco donde nuestros pensamientos pueden divagar, o la parada de pensamiento (una vez hemos empezado), consistente en evitar la entrada de pensamientos intrusivos o estresantes.

Nivel óptimo de activación: Para una máxima precisión, necesitaremos un máximo control de nuestro cuerpo, y para conseguir un máximo control de nuestro cuerpo, debemos evitar que los nervios nos traicionen. Para ello, la psicología nos ofrece distintas técnicas de relajación, cada una basada en distintos supuestos teóricos (respiración, relajación progresiva de grupos musculares, etc.), que nos ayudarán a rebajar nuestro nivel de activación cuando este sea excesivamente alto.

Cabe recordar que tan malo es estar excesivamente activado como excesivamente relajado. Se trata de que el deportista encuentre su nivel óptimo de activación y llegue a él a través de las técnicas de relajación y de activación.

Además de la concentración y el nivel óptimo de activación, existen otras variables psicológicas muy relevantes en esta disciplina deportiva, como pueden ser la cohesión grupal o la motivación. En rutina libre por equipos, vimos como las españolas realizaban un gesto de corporalidad que, como apuntaba Gemma Mengual, respondía a un trabajo previo de motivación.

Aspectos técnicos aparte, la natación sincronizada se caracteriza por ser una disciplina artística y, como tal, en ella adquieren una importancia capital los aspectos expresivos.

El arte ha sido definido en muchas ocasiones como un vehículo para la expresión de emociones, y esto es valorado por los jueces en natación sincronizada. Para optimizar la expresión de emociones podemos llevar a cabo un entrenamiento en inteligencia emocional, que es la capacidad de utilizar nuestras emociones en nuestro beneficio.

Las emociones no son ni buenas ni malas… son útiles dependiendo de la situación en la que nos encontremos. A través del reconocimiento de nuestras propias emociones, podremos modificarlas y gestionarlas para sentirnos como más nos convenga en distintas situaciones. Se trata de frenar las emociones inútiles y promocionar las útiles para expresar lo que queramos en cada momento a través de nuestra expresión facial, corporalidad y gestos.

Nos gustaría terminar expresando nuestro orgullo por la gesta lograda por el equipo de natación sincronizada español y nuestro más sentido agradecimiento por los buenos momentos que nos han hecho pasar.

¡Enhorabuena, chicas!

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Deporte, Valores, Televisión…Splash!!

Hace unos dos meses, se estrenó en Antena 3 el programa Splash, famosos al agua. Aquí, escribimos un artículo sobre la gran cantidad de conceptos propios de la psicología del deporte a los que hacían referencia, como la visualización, la relajación o la concentración. https://upadpsicologiadeldeporte.wordpress.com/2013/03/05/splash-psicologia-deportiva/ Anoche se emitió el último capítulo de la temporada, con Gervasio Defer como ganador y Juan José Ballesta y Daniela Blume completando el podio.

Si bien es cierto que el programa empezó con una audiencia aplastante, superando incluso  a Gran Hermano, Splash fue paulatinamente perdiendo seguidores con el paso de los programas, probablemente debido a la gran similitud entre los distintos episodios. Aun así, el impacto mediático del programa ha sido considerable, lo que ha permitido transmitir cierto mensaje al gran público.

Puede que el programa peque de sensacionalista, abusando en ocasiones de golpes de efecto como aquel salto de Falete o un jurado (en general) con más fama que credibilidad. Sin embargo, es refrescante contar con un programa de televisión donde, aunque de forma indirecta, se transmitan los valores propios del deporte.

En una sociedad teleadicta, sobreinformada y con multitud de recursos de entrenamiento a su disposición, se abren infinitos canales para la difusión de valores. En la inmensa mayoría de los casos, esta transmisión es fortuita e indirecta, y cuando no es así, puede resultar obvia y forzada.

Como siempre decimos aquí, el deporte es un contexto óptimo para la transmisión de valores. El esfuerzo, la autosuperación, la humildad y el respeto, son conceptos asociados a la práctica deportiva y al rendimiento.

En Splash hemos visto como diferentes figuras del deporte, el arte o la televisión han tenido que aprender a llevar a cabo una tarea deportiva, como es el salto de trampolín. Para ello, han tenido que esforzarse en mejorar programa a programa, entrenando, acudiendo a expertos en la materia, etc.

Por otra parte, se pudo ver cómo los distintos concursantes empezaban a crear lazos entre ellos, haciendo bromas, dedicándose elogios, etc., lo que incide en cómo el deporte puede unir a las personas (por muy distintas que sean) , a través de la cohesión grupal, y fomentando los valores del compañerismo y la amistad.

Además, lo más importante, es que en Splash podemos ver cómo el deporte puede ser divertido, como podemos disfrutar con el deporte, lo que nos llevará a practicarlo con más frecuencia, redundando en nuestra salud física y mental.

No obstante, debemos recordar que el deporte por sí mismo no produce beneficios para la salud, sino que se requiere de una práctica adaptada a las condiciones y circunstancias del usuario. Si no, el deporte puede conllevar riesgos desde el punto de vista físico (lesiones, fatiga, agotamiento del músculo…), psicológicos (estrés, depresión, burnout, pérdida de apoyo social…) o morales (falta de respeto, egoísmo, soberbia, violencia…), lo que  tiene especial peligro en los deportistas más jóvenes, en edades de formación.

Por ello, recomendamos contar con la opinión de especialistas a la hora de practicar deporte sano y, aunque aplaudimos las iniciativas de programas como Splash, donde estos valores están presentes, reivindicamos, para esta sociedad en crisis, más espacio en los medios de comunicación para una transmisión controlada y regulada de valores.

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Creencias y deporte

El nadador Rafael Muñoz, plusmarquista mundial en 50 metros mariposa, ha ofrecido una entrevista a 20 minutos donde analiza la influencia de la presión y las expectativas, tomando una perspectiva psicológica del deporte de alto rendimiento. Desde aquí, queríamos aprovechar para recordar como las creencias pueden ser cruciales en una competición.

¿Creer es poder?

Como siempre, depende. Si creemos en nuestras posibilidades de conseguir nuestros objetivos, pondremos en marcha los pensamientos y conductas que nos acercarán a ellos. De esta forma, si un jugador de baloncesto cree que puede encestar un triple en el último segundo, tendrá más probabilidades de lanzar el balón, con un nivel de activación adecuado, sin titubear, etc., lo cual no quiere decir que, por creérselo, vaya a encestar seguro. Si por el contrario, no cree que pueda marcar, tendrá menos probabilidades de tirar a canasta, y es posible que acabe decidiéndose por pasarla o, si tirase, es probable que fallara, puesto que la perspectiva de fracaso le pondría excesivamente nervioso, le haría dudar, pondría demasiada atención en la técnica de tiro, etc. Es decir, no es que por creer en nosotros mismos pudiéramos conseguir cualquier objetivo (si me creo que voy a meter 20 triples en un partido, muy probablemente, no lo conseguiré por mucho que me lo crea), pero podríamos responder a la pregunta diciendo que, en cualquier caso, NO creer es NO poder.

¿Es verdad que “las expectativas las crean los demás y la presión tú mismo”?

Se podría decir que la presión se produce al tener unas expectativas demasiado altas, es decir, al pedirnos más de lo que podemos dar. Cuando estas expectativas las tienen los demás hacia nosotros (nuestro entrenador, nuestra familia, nuestros rivales…), pueden generarnos presión si estas son demasiado altas y si queremos estar a la altura de ellas. Así, si los padres de un joven tenista, que invierten mucho dinero en su formación deportiva (equipación, materiales, torneos), esperan de su hijo que sea deportista de élite cuando aún está empezando, es probable que, si quiere complacerles, sienta esa presión. Sin embargo, también puede ocurrir que nosotros mismos nos pongamos unos objetivos demasiado exigentes, y nos generemos esa presión, si sentimos que debemos llegar a la élite sí o sí.

¿Qué podemos hacer nosotros?

La clave para controlar las expectativas es conseguir un buen establecimiento de objetivos. Dichos objetivos han de ser razonablemente alcanzables en función de las habilidades, experiencia y entrenamiento del deportista, dentro de un período estipulado de tiempo.

Para favorecer las creencias en nuestras posibilidades, podemos desarrollar un pensamiento positivo. Para ello, debemos desprendernos de nuestras creencias limitantes, que nos impiden intentar conseguir nuestros objetivos. Se suelen componer de ideas irracionales, tipo “nada me sale bien”, “pierdo todos los pases”, “nunca estoy contento con mi partido”… Se trata de reestructurar estos pensamientos, identificándolos y cuestionando su veracidad y su funcionabilidad, a través del trabajo psicológico.

Sin embargo, puede ser difícil identificar esto para el propio deportista, por lo que es recomendable que cuente con la ayuda de su entrenador y de su psicólogo.

Unidad de Psicología y Coaching Aplicado al Deporte (UPAD)

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Teresa Perales, mucho más que una deportista

Muchas personas conocen a Teresa Perales como nuestra ‘Michael Phelps’ española por sus flamantes 22 medallas olímpicas conseguidas a lo largo de cuatro Juegos Paralímpicos. Así es como la conocíamos parte del equipo de la UPAD hasta que ayer acudimos al ciclo de conferencias de la Fundación Mutua Madrileña.

Ante unas doscientas personas estaba ella sentada en su sila de ruedas con una sonrisa de oreja a oreja impaciente por contagiar la felicidad que llevaba encima. Tras un gran discurso de presentación por parte de un directivo de la Fundación llegaron las emocionantes palabras de Teresa.

Comenzó hablando de su juventud, de los obstáculos que vivió con tan sólo 15 años como fue la muerte de su padre o con 19 cuando sufrió una enfermedad neurológica que le llevó a la silla de ruedas. Todo contado desde un punto de vista tan positivo que dejaba al público perplejo ya que afrontaba toda esa tristeza con una gran sonrisa y sobre todo, con muchas ganas de seguir viviendo y de ser felíz. Teresa interpretaba cada bache en el camino como una oportunidad de luchar y de conocerse más como persona. Chapó.

En cuanto a su vida deportiva, la natación fue para ella un campo nuevo que descubrió con 19 años y que le cambió la vida. Vio en el deporte una serie de retos que le hacían seguir viva.

Con el apoyo de su familia, especialmente de su marido y su hijo, sus amigos, su entrenador, su fisio, su nutricionista, su coach… su esfuerzo, su trabajo, su constancia, etc. ha llegado a cumplir uno de sus objetivos de vida: tener un legado y que las personas le conozcan no sólo por sus 22 medallas sino también por su teoría del espiralísmo y su ‘querer es poder’.

Eso no quita el haber tenido que renunciar a muchas cosas, entre ellas a lo más importante, su familia.

Sobre sus entrenamientos quiso destacar el trabajo mental que realizó a para afrontar las pruebas de estos últimos Juegos Olímpicos. Destacó la importancia del uso de la visualización y de las rutinas.

Por último quiso despedirse lanzando un mensaje de optimismo y felicidad, que a pesar de las dificultades que se nos pudieran presentar a lo largo de la vida, los humanos estamos perfectamente preparados para afrontar cualquier tipo de problema familiar, laboral, etc. No es fácil y requiere mucho esfuerzo, trabajo y sobre todo tiempo… como dice ella, en la vida hay que ser impacientes pero activos.

Para terminar se realizó un pequeño debate donde los asistentes pudieron hacer sus preguntas y Teresa con esa sonrisa que no se apagó nunca despejó cualquier tipo de duda que pudiera tener el público.

Muchas gracias Teresa, hoy somos  un poco más felíces gracias a ti.
Equipo de la UPAD

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